viernes, 22 de mayo de 2009

DOCUMENTO FUNDACIONAL DE LA AGRUPACIÓN ESTUDIANTIL MANUEL DORREGO


Agrupación Estudiantil Manuel Dorrego
Son aquellos ideales que inquietaron y movilizaron a Manuel Dorrego y a sus continuadores en la lucha del campo Nacional y Popular los que hoy nos llevan a movilizarnos en la búsqueda de una alternativa política renovadora, antiimperialista y revolucionaria, en la lucha por la liberación nacional y social, y en la consolidación definitiva de la Patria Grande.
Los trabajadores urbanos y campesinos, los pueblos originarios, los jóvenes, los intelectuales al servicio de la causa popular, y todos los actores sociales que conforman el pueblo, debemos tomar conciencia de cuál es nuestro principal enemigo: el imperialismo norteamericano y su complejo industrial-militar, sus aliados en el mundo, y sus aliados locales (terratenientes y consorcios exportadores de materias primas, y grandes grupos industriales y financieros con sus respectivos representantes políticos y mediáticos).
En este contexto, no podemos dejar de divisar las complejas alianzas que la derecha teje en nuestro país de cara al futuro. Mientras que Macri reorganiza la derecha facista (De Narváez, Solá, Duhalde y otros pejotistas) con la mesa de enlace y la “patria sojera”; Elisa Carrió, la coalición cívica libertadora, Radicales y Socialistas hacen lo mismo con la derecha liberal.
Ambos caminos conducen al vaticano y tienen como última estación el imperialismo yanki. La autodenominada izquierda rellena con polvo galáctico los poros del bloque oligárquico-imperialista, presentándose como furgón de cola (repleto de soja) de las derechas, este es el caso del PCR y el MST, o como furgón obrerista (pero sin obreros) en vía muerta, y en este caso los ejemplos elocuntes del PO y el PTS/MAS.
Ante esta realidad creemos que debemos defender y consolidar los avances y conquistas logradas en el renovador proceso que comenzó el 25 de mayo del 2003. En efecto, definimos a los gobiernos de Nestor y Cristina Kirchner como gobiernos en disputa, en el marco de una transición, los cuales desarrollaron políticas a contrapelo de las neoliberales que caracterizaron los años ’90, pasando de una economía especulativa a una productiva, bajando los niveles de desocupación, piso indispensable para pensar otro proyecto de país.
Otras políticas también merecen nuestro apoyo (como el avance en derechos humanos, la nacionalización del Correo, de Aguas Argentinas, de Aerolíneas, de las jubilaciones, la recuperación del Belgrano Cargas, del Roca, la movilidad jubilatoria, la nacionalización de las afjp, las políticas latinoamericanistas, los millones invertidos en obra pública, etc.); aunque, contradictoriamente, no coincidimos con la ley antiterrorista, el tren bala, la situación del INDEC, las concesiones mineras, la entrega hidrocarburíferas, los intentos de Scioli de bajar la imputabilidad de los menores o el intento de apertura del canje a los bonistas marginales.
El camino, así entendemos, debería ser: profundizar la distribución de la riqueza, la apropiación de todos los recursos naturales, la democratización de los medios de comunicación, y avanzar en el control por parte del Estado de los principales resortes de la economía para seguir colocando mojones de soberanía al proceso.
A nuestro juicio, es la clase trabajadora el verdadero sujeto revolucionario, y deberá ser la clase trabajadora, junto al resto del pueblo, la columna vertebral y la cabeza de dicha alternativa revolucionaria. Es por ello que la construcción de una sólida herramienta política es necesaria para la confluencia de los diferentes sectores populares, y la posterior profundización de los avances antes citados, acercándose y siendo parte de la lucha de los trabajadores, consolidando y fortificando sus organizaciones de base.
En este sentido, quienes formamos la Agrupación Estudiantil Manuel Dorrego, nos comprometemos en la lucha por una Universidad Pública para todos, con sus puertas abiertas, llenas de trabajadores, de pueblo y de los hijos de los mismos.
Por ello, esta lucha no puede desarrollarse al margen de la que encabezan los trabajadores y el pueblo, sino que ambas deben aunarse en pos de un único objetivo: profundizar la redistribución de la riqueza, mediante la construcción de formas de democracia participativa que amplíen la movilización del pueblo uniendo los destinos del campo popular.
El ejemplo de la CTA como instrumento democrátco de organización y lucha de la clase trabajadora, hay que fortificarlo y agrandarlo. Nos proponemos ser un pilar de este objetivo, aunque sea humilde, porque en estos tiempos de crisis la victoria de la clase trabajadora, está directamente vinculada a sus formas de democracia.
Ante la crisis del capitalismo mundial engendrada en las propias entrañas del imperialismo norteamericano, consideramos que la lucha del campo popular a nivel nacional debe hermanarse a la de los países de América Latina y el Caribe que avanzan en la construcción de proyectos soberanos e independientes. Debemos continuar consolidando los lazos políticos, económicos y culturales de la Patria Grande, tal como alguna vez lo soñaron San Martín, Bolívar, Martí y el Che, y tal como hoy lo cimientan Fidel, Chávez, Evo, Correa, Ortega, Lugo y Cristina entre tantos otros.
Este es, en síntesis, el gran objetivo que nos trazamos los integrantes de la Agrupación Estudiantil Manuel Dorrego, aportar, desde el ámbito estudiantil, a la construcción de una alternativa nacional, popular y revolucionaria junto a los trabajadores y el resto del pueblo, militando codo a codo con los compañeros del Bloque de Trabajadores 17 de Octubre en la Central de los Trabajadores Argentinos, (y todas las demás agrupaciones que compartan un mismo horizonte y defiendan los derechos gremiales del estudiantado), en las calles, en las fábricas, en los talleres y en cada rincón de nuestro suelo en donde se desate una lucha por una Patria con soberanía económica, independencia política y justicia social.


Manuel Dorrego
Soldado de la independencia, líder popular y revolucionario
Entre 1812 y 1813, Manuel Dorrego participaba como oficial del Ejército del Norte en las decisivas batallas de Suipacha, Tucumán y Salta bajo las órdenes de Manuel Belgrano, quién lo situó al frente de los Cazadores, un cuerpo ligero de choque que tuvo gran efectividad en combate. El futuro líder del federalismo rioplatense, convergía de esta forma junto a Belgrano, San Martín, Bolívar y tantos otros, en la lucha por la liberación de nuestra América Latina del yugo monárquico y por la conformación de la soñada Patria Grande.
Continuador de la línea morenista de la Revolución de Mayo, Manuel Dorrego prosiguió su disputa tras la misma barricada pero desde otra perspectiva a partir de 1815 y 1816. Fue entonces la política la herramienta que lo llevó a enfrentarse abiertamente al monarquismo de Pueyrredón y a su influencia en la invasión portuguesa a la Banda Oriental (estrategia que perseguía como fin librarse de Artigas), postura que le costó el exilio en 1816, desde donde escribió enérgicamente refiriéndose al gobierno de Buenos Aires en sus Cartas Apologéticas, como “…instrumento verdadero del príncipe Juan, se complacía en perseguir a los que aborrecían el dominio de este monarca y podían despertar al pueblo”.
No fue su único destierro ya que, caído el Directorio en 1820 y luego de haber sido gobernador interino de Buenos Aires, sufrió nuevamente en marzo de 1821 el exilio a manos de Martín Rodríguez y los sectores rivadavianos, representantes del poder económico británico y del más fiero unitarismo liberal y aristocrático del Rió de la Plata.
De regreso, y luego de haber sido designado diputado a la Legislatura bonaerense, en 1826 se desempeñó como representante ante la Convención Constituyente, en donde lucho activamente contra la implantación del voto calificado. Dirá tiempo después al respecto: "Forja una aristocracia, la más terrible porque es la aristocracia del dinero. Échese la vista sobre nuestro país pobre, véase qué proporción hay entre domésticos asalariados y jornaleros y las demás clases del Estado (...).
Entonces sí que sería fácil influir en las elecciones, porque no es fácil influir en la generalidad de la masa, pero sí en una corta porción de capitalistas; y en ese caso, hablemos claro, el que formaría la elección sería el Banco, porque apenas hay comerciantes que no tengan giro con el Banco, y entonces sería el Banco el que ganaría las elecciones, porque él tiene relación en todas las provincias".
Su otra lucha en aquel contexto fue contra la forma de gobierno centralizada propuesta por los rivadavianos, ideal que lo ligó definitivamente a intereses provincianos, en un claro reflejo de la configuración que la lucha de clases tomaba en las Provincias Unidas del Rió de la Plata en aquellos años: estancieros, militares y sectores populares de diferentes regiones del interior, interesados en el desarrollo de las economías regionales basadas en distintas actividades agrarias y manufactureras, enfrentaban tenazmente a la burguesía comercial porteña aliada al capital inglés, cuyo objetivo era la consolidación de una economía de exportación con su boca de embudo y recaudación en el puerto de Buenos Aires.
Ejemplo de lo dicho fue la decisiva participación que Manuel Dorrego tuvo en la renuncia del presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Bernardino Rivadavia, desde otras de sus herramientas: El Tribuno, su publicación hacia 1827. El 23 de junio de ese año el diario publicó un informe sobre la relación del presidente con las empresas mineras inglesas, favorecidas por Rivadavia cuando apenas 9 días después de haber asumido su cargo declaraba todas las minas de las provincias “propiedad nacional”. El ataque de Dorrego por medio de El Tribuno se realizaba mientras Facundo Quiroga vencía a Lamadrid en El Tala e impedía la toma de las minas riojanas por parte de las compañías mineras.
La lucha de Dorrego contra la minera Minning Associator de Londres y sus aliados rivadavianos, su apoyo en los sectores populares de Buenos Aires, y su posicionamiento federal, se sumaron a la independencia de la Banda Oriental (producto de la quita de apoyo financiero y de la presión inglesa que lo llevó a firmar la paz con el Brasil). Esta serie de elementos llevaron al derrocamiento de Dorrego por parte de las fuerzas lideradas por Lavalle. Pocos días después, el 9 de diciembre de 1828, era fusilado en Navarro con el visto bueno de los rivadavianos.
“Civilización o barbarie”, la madre que parió a todas las zonceras argentinas –decía don Arturo Jauretche en su Manual- es, sin dudas, la expresión ideológica-cultural que definió estas vertientes desde el pensamiento oligárquico.
La lucha de Manuel Dorrego y de los caudillos federales de la primera etapa del siglo XIX encarnó en la segunda mitad de aquella centuria en las montoneras encabezadas por Felipe Varela y el Chacho Peñaloza, entre otros, donde hombres provenientes de familias hacendadas o con grandes dotes militares, acaudillaron alianzas con sectores populares de sus regiones, quienes sufrían las políticas de la oligarquía porteña exportadora que acaparaba las ganancias del comercio y de los derechos aduaneros, destruyendo el tejido productivo del interior con la importación de mercancías inglesas.
A aquella lucha del gauchaje de las provincias y de Buenos Aires junto a sus caudillos federales, se sumaron, entrado el siglo XX, los trabajadores urbanos, sectores medios y pequeños empresarios de las ciudades, junto a pequeños arrendatarios y campesinos, los que paulatinamente fueron conformando lo que denominamos Campo Nacional y Popular, reflejado en el Yrigoyenismo en las primeras décadas del siglo XX y consolidado con el advenimiento del peronismo en la década de 1940.
Éste significó el pueblo al poder, mediante la conformación de un movimiento de masas, policlasista, antioligárquico y antiimperialista que logró consolidar una profunda redistribución de la riqueza. Pero fue la clase trabajadora organizada la verdadera pata que sostuvo, mediante una singular dialéctica con su líder, aquel profundo proceso revolucionario.

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